miércoles, 25 de enero de 2012

Tiburones mordió el segundo juego

meridiano.com.ve
Todo atentaba contra de La Guaira ayer. Un abridor de emergencia, con dos días de descanso, no se veía como el mejor panorama para salir a la contienda, porque el bullpen no es su fortaleza; es la de su rival. Pero jugadas como la que completó ayer Miguel Rojas inspiran. Tanto, que Tiburones se envalentonó después de un inolvidable engarce de su campocorto para ganar su primer juego en finales en los últimos 26 años.

Ciertamente la virtud de La Guaira es su capacidad de producción. Sin embargo, ayer tenían que mutar y convertirse en un equipo de pitcheo y defensa. Y lo hicieron, en el difícil parque de Maracay, el José Pérez Colmenares, donde ayer derrotaron a Tigres 4-2 en el segundo juego de la final. 

Matt Klinker, que sólo tenía dos días de descanso, le repitió la dosis de envíos quebrados que Les Waldrond utilizó ayer. Y completó cuatro entradas, que valieron oro para los visitantes. No tanto por la calidad, porque en todas embasó gente; la dimensión de su labor debe ser medida por su arrojo, porque después del tercer inning, y con 67 pitcheos encima, parecía agotado. Pero salió para el cuarto capítulo y allanó el camino para el triunfo, que les permitió arrancar una victoria en el patio de Tigres. 

El norteamericano, tomado como refuerzo de Navegantes, completó su actuación y dejó a Tiburones arriba en la pizarra, gracias a las dos carreras que anotaron en el primer inning, por un sencillo de Héctor Sánchez. Era una ventaja corta, que debían defender con fiereza, por la experiencia del primer juego.

La Guaira volvió a amenazar a Yorman Bazardo en el tercer inning, pero el derecho retiró a Alex Cabrera para sofocar la sublevación. El juego se mantuvo 2-0, con recurrentes intentonas guairistas, que vieron premiado su esfuerzo en el quinto inning, con otra carrera que ensanchó el marcador. La diferencia, sin embargo, seguía siendo corta. Muy corta para la capacidad de reacción de Aragua.

En el sexto, Tigres confirmó por qué no hay diferencias insalvables para ellos. Héctor Giménez inició la entrada con un jonrón que se fue de línea por el jardín central y decretó la guerra a muerte. Edgardo Alfonzo siguió con sencillo, Wilson Ramos falló y Yangervis Solarte y Jorge Cortés llenaron las bases con boleto y sencillo. Era el escenario perfecto para Jonel Pacheco, el hombre que impulsó la segunda carrera el día anterior.

Pacheco conectó una bola que debía empatar el juego y dejar hombres en las esquinas con un out. No chocó la bola con fuerza ni mucho menos. Era, más bien, una línea floja. Pero era una de esas que “tienen ojos” y rehúyen a los guantes adversarios. Fue entonces que apareció, providencial, Miguel Rojas. Estirado por completo, el campocorto se tiró al fondo del abanico, hacia su mano derecha; y atrapó la bola. Los tres corredores quedaron a mitad de camino, vulnerables, sin chance de regresar. Y el torpedero tuvo tiempo de incorporarse y tirar a la intermedia, para completar una doblematanza que nadie esperaba. Sólo él.

Eso fue suficiente. La entrega de Klinker y el esfuerzo de Rojas liquidaron a Aragua. El sencillo impulsor de dos carreras de Héctor Sánchez y el jonrón de César Suárez fueron los adornos de la fiesta guairista. Las serpentinas. Porque Aragua murió en el sexto inning, después del dobleplay de Rojas. Klinker, que incluso pidió salir para el quinto, le permitió a Marco Davalillo gastar todo el arsenal disponible en el bullpen, sin esfuerzos innecesarios; y Rojas convirtió la emboscada inexorable en, quizás, la jugada de la final.

Fue un libreto ajeno para La Guaira. Pero sin él no podían llegar a Caracas, donde mañana se reanudará la final, con la serie nivelada y la oportunidad de titularse en casa. Sin pitcheo y defensa no hubiesen podido ganar su primer juego en finales en 26 años. Esas fueron sus virtudes anoche. 



Rafael Tejera / Carlos Daniel Carrasco.

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