“´Papaíto por qué tú no estás en el Salón de la Fama´ me preguntaban mis hijos y yo les decía algún día se acordarán de mí”, recordó Ángel Bravo sentado en el dugout de los Tiburones de La Guaira mientras contemplaba la lluvia que arreciaba sobre el terreno del estadio Universitario el pasado domingo. Y no se equivocó. Tras casi tres décadas de su retiro como jugador activo finalmente su nombre fue inscrito en el Templo de los Inmortales del beisbol venezolano, reconocimiento hecho por parte del Comité Contemporáneo que se encuentra integrado por representantes de los medios de comunicación, anotadores oficiales, árbitros, miembros de los equipos y de la Asociación Única de Peloteros.
“Es un logro que estaba esperando desde hace mucho tiempo porque yo creo que merecía estar en el templo donde se encuentran tantas glorias del beisbol venezolano” agregó el alegre marabino de 71 años.
“Me siento muy afortunado que reconozcan mi carrera estando vivo, porque yo siempre he dicho que los homenajes se les deben hacer a las personas en vida y no cuando están muertas”.
Bravo llegó a los Tiburones de La Guaira en el segundo año de existencia de la franquicia en la temporada 1963-64, cuando el propietario del equipo para la época Pedro Padrón Panza quien por una de esas curiosidades del destino también fue electo al Salón de la Fama en esta misma edición, lo rescató de la extinta Liga Occidental junto a la leyenda Luis Aparicio Montiel.
Con los escualos jugó durante 15 campañas en las cuales fue protagonista de cuatro de los siete títulos del equipo.
Bravo es considerado por muchos como el pelotero más completo en la historia del elenco varguense. Esta tesis lo refrenda el hecho de que posea las marcas de más juegos jugados con (789), veces al bate (2855), carreras anotadas (447), triples (32) es segundo en hits (829) y líder en bases robadas (112).
Su talento incuestionable no pasó inadvertido en Estados Unidos y el 6 de junio de 1969 debutó con los Medias Blancas de Chicago registrando un sólido promedio de bateo de .289. Al año siguiente se mudó a la Liga Nacional donde jugó otras dos zafras con los Rojos de Cincinnati.
En la actualidad se desempeña como instructor de bateo del conjunto litoralense función en la cual ha tenido bajo su manto a figuras hoy consagradas como Gregor Blanco, Maximiliano Ramírez, Edwín Bellorín entre otras.
En este mismo acto celebrado en el Museo del Beisbol ubicado en el Centro Comercial Sambil de Valencia también fue homenajeado el otrora dueño de los Tiburones Pedro Padrón Panza, arquitecto de un equipo que logró clasificar a la postemporada en 22 de 23 campañas, además de promotor indiscutible del desarrollo de la pelota venezolana.
“Perucho” como era conocido en La Guaira compró el equipo en 1962 al manager José Antonio Casanova junto a otros cuatro socios por el monto de 100 mil bolívares.
Padrón Panza un hombre de origen humilde cuyos primeros pasos en el mundo de los negocios fueron vendiendo pañuelos y perfumes en el puerto de La Guaira, y quien posteriormente tendría una de las flotas de transporte más grandes del país con base al trabajo inconmensurable, rompió los paradigmas y cambió para siempre el beisbol nacional.
Construyó un clubhouse que igualaba o superaba en calidad a cualquier equipo de las Mayores. Asimismo compró un autobús de lujo para que los jugadores viajaran confortables, siendo el primer equipo en tener su propio medio de transporte. Estas comodidades se reflejaron en resultados positivos e inmediatos en el campo y en apenas su tercer año lograron el título.
Las extensas y estrechas relaciones de Padrón Panza con la élite del beisbol organizado durante sus casi cuatro decenios de mandato, permitieron a La Guaira contar una de las mejores importaciones que se recuerde, con nombres que alcanzaron el estrellato en la Gran Carpa como Luis Tiant, Clint Hurdle, Clarence “Cito” Gaston, Darryl Strawberry, Rollie Fingers y más recientemente Andruw Jones.
Asimismo su instinto para captar nuevos talentos lo ayudó a conseguir en los más inhóspitos lugares del país a peloteros de la talla de Enzo Hernández, Juan Francisco Monaterio, Raúl Pérez Tovar, Argenis y Luis Salazar, Norman Carrasco, Gustavo Polidor, Oswaldo Guillén, Carlos “Café” Martínez y Felipe Lira figuras que marcaron una época y a quienes personalmente firmó.
La organización de los Tiburones de La Guaira hoy se siente orgullosa que dos miembros emblemáticos de su historia sean reconocidos y extiende sus más sinceras felicitaciones a todos sus familiares y amigos. ¡Bravo por ellos!
Por:Jean Piero Hernández
jeanhn@hotmail.com
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