Fuente: El Universal
Una reunión familiar, hace más de 25 años, cambió el sueño de Marco Davalillo, quien como su padre, Pompeyo, y su tío, Víctor, aspiraba a convertirse, algún día, en jugador de Grandes Ligas.
El vuelco que dio a su carrera ese encuentro con su padre y su madre -Mercedes-, le permitió a Marco mostrarse en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional como un exitoso coach y estratega.
La máxima muestra de esa condición está en la distinción que ganó como Manager del Año en la temporada 2007-2008, con Caribes de Anzoátegui; así como en el trabajo que hizo esta campaña para revivir a los Tiburones de La Guaira, con los que se ganó la oportunidad de dirigir un año más, aunque aún no se haya hecho el anuncio oficial, por algunas formalidades internas.
Davalillo recuperó la confianza de un equipo que andaba a la deriva, el 16 de noviembre, y lo mantuvo con opciones de avanzar a la postemporada hasta tres días antes del final de la ronda regular.
- ¿Qué hizo Marco Davalillo para enrumbar a los Tiburones y salvarlos de una catastrófica temporada, aún cuando no se logró la clasificación?
- Le di confianza a mis peloteros, les hablé claro y fuerte, porque no todo es beisbol, antes de entrar al terreno los peloteros pueden necesitar algunas palabras que lo estimulen, algún gesto de apoyo que los ayude a sacar lo mejor de ellos en el juego y los libere de presiones ajenas.
Si uno trabaja la parte interna, lo que es el clubhouse, la parte mental del pelotero, estimulándola, ellos van a sentir más confiados, porque sienten el apoyo del manager, sin importar la situación en la que estén. Eso es importante y lo que me ha dado resultado a mí.
- ¿De dónde viene esa filosofía para dirigir?
- De lo que ha sido mi vida. Tuve suerte de haber estado muchos años con de mi carrera al lado de Pompeyo Davalillo, mi papá, con quien observé muchas cosas positivas de lo que es la parte emotiva del jugar. Después vinieron managers como Omar Malavé, Alfredo Pedrique, David Machemer y Carlos Subero.
Todo eso yo he tratado de llevarlo y combinarlo con mi personalidad, para aportar cada vez un poco más.
Quizás la forma de decir las cosas de ellos es diferente a la mía. Yo voy más claro y directo, con palabras que muchos managers no utilizan.
- ¿Qué fue lo que te dijo tu padre para que dejaras de jugar y te preparas como técnico?
- Eso fue cuando yo tenía como 17 ó 18 años. Un día mi papá llegó a la casa y nos reunió a mi mamá y a mí en la sala y me dijo: "Tu eres muy inteligente, sabes jugar a la pelota, pero no corres. Si llegas a jugar profesional vas a tener dificultades porque tu carrera no es la mejor, vas a ver a pitchers con más velocidad y te va a costar. Prepárate como técnico, porque yo veo tu futuro ahí".
Fue bien difícil aceptar esas palabras en ese momento, porque venía del mundial juvenil, en el que había quedado en el All-Star, y esta cien por ciento metido en jugar beisbol. Pero claro, esas palabras venían de mi papá, que ya sabemos quién es. Eso fue como un libro escrito, porque todo se dio como él lo dijo.
- ¿Cómo fue tu inicio como coach?
- Mi hermano Juan era manager del equipo de la liga paralela de los Leones del Caracas en 1993 y un día me llamó para ofrecerme un trabajo de coach y yo le dije que sí. Ahí comencé, hasta que al año siguiente Yves Hernández y Oscarcito (Oscar Prieto) se reunieron conmigo para ofrecerme el puesto de estratega, porque los Dodgers de Los Ángeles no le habían dado permiso a mi hermano. Yo acepté y esa temporada llegué a la final, en la que perdí con Lara.
Después mi papá tomó el mando del equipo grande del Caracas y me llamó para que fuera su coach de primera en la final contra las Águilas.
Después de eso comencé a trabajar con las organizaciones de Grandes Ligas, primero con los Angelinos de California y luego con los Rojos de Cincinnati, con la que llegué a estar en Grandes Ligas como catcher de bullpen, en el 2004 ó 2005. También fue coordinador de ellos en Latinoamericana hasta hace cuatro años, desde que no trabajo con más nadie allá.
- ¿Crees que el no estar con ninguna organización de Estados Unidos en los últimos años te ha truncado oportunidades para dirigir en el país?
- No, no lo veo como una traba, respeto las decisiones que toman los equipos y las entiendo, porque trabajando en una organización de Grandes Ligas tu puedes tener más fuerza para contratar a peloteros o para hablar con los gerentes y hacer puentes con los equipos de aquí. Eso siempre es una ventaja. Sin embargo, yo me mantengo siempre actualizado de los programas de los equipos de Grandes Ligas y en conversaciones con directivos de allá.
- ¿Crees que lo hecho este año con Tiburones te abre las puertas para volver a trabajar en el beisbol de Estados Unidos?
- Esta liga da para todo, pero yo nunca tomé el mando de los Tiburones para buscar trabajo en una organización de Grandes Ligas, aunque claro que si llega será bienvenida.
- ¿Y consideras que el trabajo con el equipo te brindará otro chance?
- Espero que sí, pero no es algo que está en mis manos.
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