viernes, 5 de noviembre de 2010

Tiburones sufren por causas múltiples

Octubre y los primeros días de noviembre han dejado arponeados a los Tiburones de La Guaira en el sótano de la Liga Venezolana de Beisbol con un alarmante récord de 5-13 (sin contar la jornada de ayer).

El suceso, inesperado como la rebelión oriental de las primeras dos semanas de campeonato, ha dejado una gerencia insatisfecha, una fanaticada al borde de la depresión clínica y a un mánager criollo desempleado, el primero de la zafra 09-10, cabe destacar.

Pero, ¿es la novena guairista tan mala como su récord apunta?

En teoría, todo equipo merece su foja, pero a veces los números y los detalles dan indicios de una probable mejoría o de una futura recaída (en el caso de La Guaira son pocos los aspectos en los que el equipo no pueda mejorar).

Al fin y al cabo, todavía quedan tres cuartos de temporada, y analizar en frío las causas de la agonía de la novena escuala podría ofrecer una mejor visión del futuro que le espera al equipo.

Pitcheo: Está peor de lo que merece

El pitcheo colectivo escualo tenía antes de la jornada de ayer la peor efectividad del torneo (4.95) de manera inmerecida.  Cierto, son descontralados (4.3 BB por cada nueve innings), sus abridores sólo promedian sólo tres actos por salida, el más bajo de LVBP) y por ende su bullpen está hoy sobrecalentado. Pero cuando el mánager Phil Regan dice “nuestro pitcheo es fuerte” no miente. Son los más talentosos en el arte de ponchar (6.88). Su relación de ponches y boletos es la cuarta mejor de la LVBP (1.45) empatada, casualmente con la de Caribes de Anzoátegui, en teoría el mejor pitcheo de la LVBP (3.14 de EFE). ¿Qué diferencia hay entre estos staff? El pitcheo de los salados tiene la mayor cantidad de hits permitidos en el torneo (200) mientras que Caribes la más baja (130). Descartando que la defensiva de Caribes sea la de los Rangers de Texas y la de los Tiburones la de los Osos Revoltosos esto, en términos numéricos, es suerte. Caribes ostentan un ridículo BABIP de .235 mientras que los Tiburones un exagerado .356 (últimos).

Bateo: Los caballos deben explotar

La gente podría decir que los Tiburones de La Guaira están de antepenúltimos en producción ofensiva de la LVBP (69 carreras anotadas) porque caballos como Grégor Blanco, Luis Rodríguez, Oscar Salazar y Maximiliano Ramírez acaban de llegar. Eso es una verdad a medias, porque si bien es cierto que están desde hace poco en la novena, su llegada no se ha traducido en producción inmediata. En los cinco juegos en los que los escualos han tenido su artillería idónea (sólo les  falta Máicer Izturis y Álex Cabrera) tienen récord de 1-4, promediando 3.2 carreras por juego (menos que las 3.8 que promedian en el año). Su AVG en este período ha sido superior (.268 vs .248) y un muy superior OBP (.384 vs 330). ¿Cómo es que los Tiburones han hecho menos carreras con más gente en bases? “Nos ha faltado el batazo oportuno”, decía Carlos Subero. Su salida del dugout no ha cambiado eso.

Defensa: Lentitud y errores costosos 

A su llegada al mando de los Tiburones Phil Regan anunció cambios en los jardines y en el cuadro. “Vamos a mover a Oscar Salazar al leftfield para sustituir a Jason Dubois. Vamos a tener a José Gualdrón en la antesala en vez de Corey Smith”, dijo. El movimiento tiene sentido por la inusual cantidad de batazos que han caído de hit (BABIP) y por la cantidad de dobles que ha soportado el pitcheo (son líderes con 42 entre otras cosas por la lentitud de sus jardineros de las esquinas). El total de errores de los Tiburones era de 23 hasta anoche, la segunda cifra más alta de la LVBP, pero tan sólo uno más que los Cardenales y dos más que los Leones. El problema ha radicado en que esos errores han sido mucho más “costosos” pues los escualos superan por 24 carreras sucias a los larenses (102 vs 78) y por 16 a los melenudos. Ese inoportunismo es simplemente inexplicable.   
    
Intangibles: La pava y los juegos cerrados

Este año los Tiburones tienen récord de 0-5 en juegos de una carrera. “Eso es porque tenemos un equipo lento”, aseguró Regan ayer. Lentitud o no, pareciera que la fortuna le ha volteado el rostro a los escualos después de sonreírle el año pasado (19 remontadas y 32% de sus anotaciones vinieron con dos outs). Lo que sí no cambió fue el trágico ritmo de los salados en octubre en los últimos años. Desde la 2001-2002 los litoralenses tienen récord de 70-96 incluyendo el 5-11 de este año.  

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