La noticia del secuestro de Wilson Ramos no la conocieron todos los jugadores de los Tigres de Aragua sino hasta el final del encuentro del miércoles.
Aun cuando ya la información era trending topic en Twitter Venezuela, entre sus hermanos de manada, el suceso fue una bomba que nadie deseó explotar hasta que todos estuvieran reunidos luego del juego contra Bravos en Margarita.
“Algunos lo sabíamos, pero decidimos no decirles a los muchachos que jugaban. Cuando terminamos dijimos lo que pasó. No celebramos la victoria. A todos nos dejó consternados y preocupados. Rezamos juntos por él y por su familia y, en lo personal, deseé estar en Maracay. Sé que todos quisimos eso”, dijo José Luis Vilera, tráiner del equipo y amigo personal de “Pipo” (apodo de Wilson).
Un día después del suceso, el mánager Buddy Bailey aún no sabía cómo reaccionar. La falta de información, confiesa, lo tenía en vilo, igual que a todos los miembros de una novena que debía salir ayer a jugar con el corazón en otro lado.
“Es una situación realmente dura. No sabemos nada, además de lo que ya se sabe, y todos queremos que él esté bien. Sé que es fuerte jugar así, pero es el trabajo”, dijo Bailey con preocupación.
El coach de pitcheo de los bengalíes, Greg Sabat, coincidió.
“En estos momentos uno como técnico trata de hacer lo mejor que uno puede con un grupo que está preocupado en otra cosa. Uno puede alcanzar una victoria al otro día en el beisbol. Con una vida no”, dijo el técnico apuntando la primera característica del beisbol: su condición de juego.
Yohan Pino, reunido en una habitación de un hotel en Margarita con varios de su compañeros, se limitó a decir solo par de frases.
“Realmente, no desearía hablar de eso. Todos nos sentimos consternados y solo pensamos en que Wilson regrese con bien. Eso es todo”.
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