viernes, 16 de septiembre de 2011

Vogelsong recuerda con afecto su paso por la LVBP

Fuente: meridiano.com.ve 
Houston, Texas.- Ryan Vogelsong, como tantas otras veces en su carrera, esperó en el montículo a su manager para entregarle la pelota y poder dirigirse a la cueva.

A diferencia de esas otras, esta no fue una caminata normal. Durante el recorrido entre la lomita y el dogout, los fanáticos empezaron a corear su apellido sin parar. “Vogelsong, Vogelsong, Vogelsong, Vogelsong”, bajaron las voces desde la tribuna una y otra vez.

Era la mejor manera posible, para los aficionados, de agradecerle al veterano pitcher de 33 años todo lo que había hecho por el equipo en esos meses.

“Era la primera vez que me pasaba algo así en mi carrera. Nunca me habían dado una ovación de ese tipo”, recuerda, una tarde de agosto en el dogout del Minute Maid Park, el derecho de los Gigantes de San Francisco. “Fue un momento muy especial. Fue muy bonito ver cómo los fanáticos apreciaron lo que hice”.

Vogelsong no estaba hablando de los aficionados de los californianos, ni del instante en el que lo presentaron en el Juego de Estrellas en Arizona. Tampoco se refería a alguno de los magníficos encuentros que ha lanzado este año para los Gigantes y que lo han ayudado a tener (cumplida la jornada del jueves) la séptima mejor efectividad de la Liga Nacional, 2.63.

Recordaba lo que pasó el 17 de diciembre de 2010, el día que Marcos Davalillo, el manager de los Tiburones de La Guaira, lo dejó salir a la última entrada de un doble juego contra Caribes en el Universitario, sólo para ir a quitarle la pelota antes de medirse al primer bateador.

Era su último juego en Venezuela y ya todo el mundo sabía que lo más probable era que no volviese. Por eso el detallazo de Davalillo, un gesto que le permitió a Vogelsong –y a sus fanáticos– despedirse de una manera única.
“Solo quería pitchear bien”, le dijo Vogelsong a los periodistas después de su último juego en Venezuela, “pero este gesto del público hace que valore cada entrada que lancé en este país. Vine para ser mejor lanzador. Si puedes lanzar aquí puedes hacerlo en cualquier parte”.
Ryan Andrew Vogelsong tenía razón. Aunque no se imaginaba que su pasantía de dos meses en Venezuela iba a cambiar su carrera –¿quién podía hacerlo?– tenía claro que estaba lanzando muy bien y que el viaje había valido la pena.

UN VIAJE QUE CASI NO HACE

En octubre de 2010, Vogelsong tenía 32 años, estaba casado y tenía un hijo que aún no cumplía un año. Su carrera, hasta entonces, no había sido lo que había soñado.

Alguna vez, más de 10 años atrás, había sido un prospecto. Incluso lanzó más de 100 encuentros en Grandes Ligas entre 2001 y 2006. Pero cuando los Piratas de Pittsburgh lo dejaron libre, su efectividad en las mayores era de 5.86.

Las siguientes tres campañas las pasó en Japón y no tuvo mucho éxito. Volvió a Estados Unidos en 2010 porque los Filis de Filadelfia le ofrecieron un contrato de ligas menores. Tras 58.2 entradas en triple A, su efectividad era 4.91. Para sorpresa de nadie, lo dejaron libre. Una semana después, los Angelinos de Los Ángeles lo contrataron y lo mandaron a triple A.

Terminó el año con un ganado, tres perdidos y 4.66 de efectividad. Lo único rescatable fueron los ponches, 9.1 por cada 9 entradas lanzadas. Finalizada la campaña, estaba una vez más sin contrato. Pero algo había cambiado.

“Los últimos juegos en AAA empecé a notar la diferencia entre lo que me hacía lanzar bien y lo que me hacía lanzar mal”, dice Vogelsong. “Así que había dos razones para lanzar en invierno. Necesitaba conseguir un contrato y también quería seguir lanzando en el momento en el que estaba sintiendo mejor con la forma cómo estaba soltando la pelota. No quería parar”.

El problema era que su suegro estaba internado en una clínica en Pittsburgh. Un cáncer le estaba quitando la vida. Cuando cualquiera quiere estar con su familia, él estaba frente a un dilema: quedarse en Estados Unidos acompañándolos o ir a Venezuela.

“No sabía si era un buen momento para dejar a mi esposa. Pero necesitaba ganarme un trabajo”, se explica el tirador. “Incluso, después de que decidí que iba a ir, ya con el contrato firmado, había días en los que sentía que iba a tener que llamarlos a decirles que no iba a poder. Mi suegro no estaba bien”.

EL REENCUENTRO

Vogelsong, se sabe, terminó haciendo el viaje. Y le fue de maravilla. Con rapidez demostró que estaba para cosas grandes y además encontró en Phil Regan y Doug Henry, los coaches de lanzadores con quienes coincidió, a un par de aliados.

“Me sentía muy bien lanzando de frente, pero no de lado. Hablamos de muchas cosas que me parecieron muy lógicas y me fui sintiendo cada vez más cómodo”, dice sobre el aporte de los técnicos. “Como pitcher, siento que eso es una de las cosas más importantes, porque de lado es cuando tienes corredores en base. Ahí es que necesitas hacer mejores pitcheos”.

Un scout que lo vio lanzar varias veces con Tiburones, dijo lo siguiente: “Lo vi cometer pocos errores y siempre mantenía la calma y la compostura con corredores en base. Estaba fuera de lote”.

“Demostró algo importante”, comentó otro evaluador. “Tenía dominio sobre sus lanzamientos y sabía salir de situaciones comprometidas”.

En dos meses, tiró 60 entradas con La Guaira, ganó seis juegos, perdió dos, su efectividad fue de 2.25, ponchó a 53 rivales y regaló 30 pasaportes (el único punto negro). Fue el indiscutible número uno de los salados, una de las pocas cosas buenas que le pasó el equipo. Y la gente se lo retribuyó.

“Se portaron maravillosamente conmigo. A veces los fanáticos allá son duros y si no estás haciéndolo bien te caen encima rápido”, describe Vogelsong. “Pero aún si ese es el caso, cuando ves las cosas con amplitud, eso te hace más fuerte. Te hace mejor pelotero, entiendes que las cosas no siempre te van a salir como quieres y que aún cuando van mal, cuando la gente te está silbando, tienes que encontrar la forma de hacer tu trabajo”.

“La organización y la gente me trataron muy bien”, precisa. “Fue duro estar lejos de mi familia en un momento tan duro, pero realmente hicieron que mi tiempo allá fuese agradable. Me hicieron las cosas muy fáciles”.

Para el diestro, dueño de un récord de 10-5 con San Francisco este año, lo más importante que le proporcionó su pasantía por Venezuela fue poder encontrar la forma de lanzar consistentemente. “Ese ha sido el karma de toda mi carrera”, apunta Ryan.

Vogelsong llegó a Estados Unidos antes de la navidad y pudo ver a su suegro antes de que falleciese. El siguiente paso era saber si lo que encontró en con Tiburones le duraría. Al menos, ya los Gigantes se le habían ofrecido un pacto de ligas menores.

“Obviamente, en Venezuela las cosas empezaron a encajar y estaba lanzando muy bien. Pero aún así no sabía si aquello se iba a trasladar hasta este año, porque nunca había podido ser consistente por un tiempo tan largo”, confiesa. “Hubo muchos momentos en mi carrera en los que lanzaba muy bien por un mes, hasta dos, y de nuevo muy mal dos o tres meses”.

Aunque Vogelsong no hizo el equipo cuando terminó la primavera, el 18 de abril firmó su regreso a las Grandes Ligas con una presentación como relevista. 10 días después, hizo su primera apertura como miembro de la rotación de los Gigantes.

De ese grupo, en el cual comparte con tipos como Tim Lincecum y Matt Cain, todavía no lo han movido. Y no ha sido un regalo. A su efectividad, añade 112 ponches y 54 boletos en 147 entradas, más un decente WHIP de 1.27. Números consistentes.

“Yo pensaba que esto nunca me iba a pasar. Es como un sueño. Jamás pensé, en un millón de años, que iba a ser parte del Juego de Estrellas de Grandes Ligas”, dice Vogelsong. “Incluso, lanzar de la forma cómo lo estoy haciendo, yo pensaba que nunca iba a hacer algo así. En tal caso, soñaba con que me pasasen cosas como esta”.

“Estoy muy contento de que finalmente esto me esté pasando”, sigue el pitcher, “y trato de apreciar cada segundo y de recordar todo lo que me tomó llegar a donde estoy”.

Es por eso que no olvidará nunca la noche en la que Davalillo le quitó la pelota, ni aquellos aplausos que le regaló el Universitario. Han venido otras ovaciones, cierto, pero esa fue la primera.

“No creo, ni por un segundo, que estaría aquí si no hubiese ido a Venezuela”, dice Vogelsong, que ya debe levantarse porque la práctica de los Gigantes está por comenzar. “Si no voy a Venezuela, no estaría aquí. Todo lo que me pasó allá me ayudó a lograr esto”.

“No creo, ni por un segundo, que estaría aquí si no hubiese ido a Venezuela. Todo lo que me pasó allá me ayudó a lograr esto” dice Ryan Vogelsong, lanzador de los Gigantes de San Francisco

El número uno

En dos meses que estuvo el año pasado con los Tiburones de La Guaria, Vogelson tiró 60 entradas, ganó seis juegos, perdió dos, su efectividad fue de 2.25, ponchó a 53 rivales y regaló 30 pasaportes Fue el indiscutible número uno de los salados.

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